::: LATIDOS

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::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::: 4ta Edición. Mar 2008

Es extraña la libertad


Es extraña la libertad, si viene luego de una larga esclavitud.

Es extraña...

O más bien debo decir que nos hace extraños a todos. Comenzando conmigo mismo.

“No volveremos a ser los mismos”. De pronto la frase tiene mucho más de realidad cotidiana que de proposición filosófica. Las aguas del río corren. Parecen las mismas pero nunca lo son.

“Tenemos que cambiar para seguir siendo los mismos”. Quizá es la paradoja más apropiada para decirlo en pocas palabras. Sin embargo, no es tanto una propuesta sino la descripción de una fuerza vital que nos empuja al cambio, aun sin quererlo.

Y el tiempo sigue pasando. Indiferente. Sin remordimientos. Sin culpas. Impersonal...

He soñado un sueño... A veces sin quererlo, pero más queriéndolo ardientemente:



Es aquella tarde, fresca, creo que fue en verano. Yo
sentado en el atrio de la Iglesia, apoyando mis espaldas en una columna firme.
Ella pasa y yo no sé qué decir. Entonces me habla. Rompe el silencio doloroso
que se había extendido más de dos meses y abre las puertas a la reconciliación.

Y yo cedí... Dije sí... ¡Oh Dios mío,
dije sí!

Pero entonces… me retracto y
lo niego todo. Y sigo mi vida sin ella...

Vislumbro el futuro y elijo vivir solo...

Elijo ser libre de mí mismo y de ella...

Y me despierto y sé que no es así. Han pasado ya casi diez años desde que torcí el camino. Y hay que pagar una factura de intereses permanentes. Una deuda eterna...

Es extraña la libertad ahora, amiga, y creo que me costará mucho superarlo. Pero lo peor es que creo que les costará más a todos los que están alrededor de mí.






2002
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Mi tío queridoQuiénes somos los peruanos?






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