::: LATIDOS

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::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::: 4ta Edición. Mar 2008

Asia


Al fin frente al mar de Asia, sentado en una banca que me dicen "privada" y por la cual debí hacer uso de mi condición de periodista.

¿Cómo describir lo que veo, lo que siento?... Un ligero tono naranja en el límpido cielo anuncia el inicio del sunset. Inmensas nubes coronan las alturas y mantienen despejado abajo el camino hacia el horizonte. Grupos de aves revolotean despreocupadas al ras de las aguas, con el cuerpo quieto mientras las alas van de arriba para abajo en un compás permanente. Se siguen unas a otras dando giros bruscos en picada a imitación del líder.

Frente a mí las aguas, con su perenne vaivén de olas que explosionan suavemente en la orilla. Emitiendo ese murmullo delicioso que relaja el alma. Y sintiendo el soplo del viento que me acaricia desde la izquierda.

Más allá, en el horizonte, hay unos pequeños islotes enhiestos. Como guardianes eternos de la fugacidad humana contemplan impávidos las formas humanas semidesnudas que penetran algunos metros en las aguas.

Y, por supuesto, el sol, coronándolo todo. Regalándonos la luz que define las formas y pinta la escena. Proyectando sobre las aguas el reflejo de un camino que lleva hacia él. Y se mueve, aunque no lo parezca. Desciende imperceptible rumbo a su ineluctable encuentro con el mar. Cada vez más naranja, ya casi rojizo.

Pasan los momentos y los bañistas casi han desaparecido. Yo no puedo evitar cuestionarme por ese absurdo. ¿Acaso no se dieron cuenta de que lo mejor esta por ocurrir?... Se pierden este maravilloso espectáculo de colores y naturaleza que ningún artista humano podría plasmar. ¿No supera largamente esto los avances de la multimedia?... El revoloteo espontáneo de las aves, el ronroneo relajante de las aguas y la maravilla de colores en el horizonte.

El disco solar ha bajado mucho y ahora, totalmente ensangrentado, roza las aguas. Poco a poco se hunde, se hunde, hasta desaparecer. Adiós amigo, sé que mañana renacerás otra vez.

Solo yo he quedado y tú no estás aquí. Aun sigo en esta silla de madera extrañando tu presencia a mi lado. Y soñando por un momento que llegaste para contemplar juntos la muerte del sol. Para despedirnos de él. Soñando que miramos fascinados este atardecer de playa y hojas de palmera. Amándonos en la nostalgia de una tarde que debió comenzar hace miles de años. En medio de una creación hecha talvez sólo para nosotros, para este día... para este amor... ¿no lo crees?






30.01.07
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ViajeOtro planeta






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